Nostalgia y utopía

En respuesta a la invitación de Lucía Durán para reflexionar sobre una cita de Andreas Huyssen, el historiador, que dice “la nostalgia es una utopía al revés”:

Recuerdo la sensación de orfandad intelectual. La maestra Ajarn Sujin Boriharnwanakhet iba pulverizando con una precisión despiadada todo intento de rebeldía. Un ventilador destartalado era incapaz de vencer el calor agobiante de las tardes de Bangkok. “¿Qué es Dios?” preguntaba, “es un pensamiento que tienes ahora”, “¿qué son los recuerdos?…son un pensamiento que tienes ahora”. A diferencia del budismo Mahayana, que es el que se practica en la mayor parte del Asia, el budismo Theravada da menos importancia a la meditación y más a la filosofía. Los Sutras del Buda sirven para demoler todo intento de pensamiento lógico, son como herramientas que se lanzan dentro de la máquina mental, para que patine, se descarrile y se rompa. Y el pensamiento central, aquel al que se regresa una y otra vez, es que lo único que existe es este instante: el presente. Y este instante ya pasó. Lo único real es el aquí y el ahora. Y el ahora, ya pasó.

Se puede pensar en cualquier tema filosófico o humano y necesariamente siempre se regresa a la perspectiva del observador, es decir al aquí y al ahora. Y este momento tan real, el único real,  ya pasó… 

Los seres humanos existimos únicamente en el presente, nada que no sea el aquí y ahora es real.  La carne, médula y estructura de nuestra existencia es el aquí y ahora. Es una estructura que no se mantiene, que se rompe y desmenuza y deshilacha delante de nuestros ojos. 

¿Qué es la nostalgia? Es un pensamiento sobre el pasado que tengo aquí y ahora, una sensación que embarga mi alma, una embriaguez me me hace anhelar lo que ya no está…la nostalgia es un pensamiento que ocurre aquí y ahora. ¿Qué es la utopia?, es un pensamiento sobre el futuro, un deseo de transformación que duele por lo urgente y necesario… un pensamiento que tengo aquí ahora. “¿Qué es la ideología? una serie de pensamientos que tengo aquí y ahora. ¿Que es la rabia o el miedo? Es una emoción que tengo aquí y ahora.

Por eso al Buda le parecía tan absurdo que las personas se maten por sus emociones o pensamientos siempre cambiantes, por sus ideas de Dios o de la política o del estado. Las personas sufrimos por ideas, por pensamientos sobre cosas que ocurrieron hace mucho o que aún no han ocurrido. Pero solamente existimos en el presente, y en esa conciencia  de lo efímero encontramos una chispa de sentido y atención: navegamos las olas de instantes siempre nuevos.

Y la memoria es la más maleable de todas las sustancias. ¿Corresponden los recuerdos con lo que realmente se vivió? La nostalgia es un deseo antojadizo que llena el corazón de imposibles que a la vez nos sanan y nos recuerdan dolientes nuestro carácter efímero. 

En estas épocas de pandemia tenemos nostalgia de los besos que no nos dimos, de las caminatas que no caminamos, de las aventuras de la piel y del corazón y de la mente que no supimos recorrer. Nos duele no haber sabido que un abrazo despreocupado era la joya más valiosa. Y pensamos en la utopía, queremos desentrañar el futuro en medio de esas hilachas que se desmenuzan aquí y ahora. No llegamos a ver lo que nos espera mañana, menos ese mundo ideal hecho de pensamientos incompletos al que llamamos Utopía.  Cabe preguntar ¿a quién le pertenece esa utopía? ¿Quiénes tienen la omnisciencia, omnisapiencia para diseñarla, la clarividencia para que nos funcione a todos?

Cuando el ser humano mira hacia el pasado con añoranza, con saudade, construye una narrativa de algo que caló en su alma. Si miramos para el futuro e imaginamos ocurre lo mismo… Mi utopía se ha vuelto más sencilla… tengo ahora saudade de los amores que vendrán, de los viajes que aún no he tomado, de la salud como poder y capacidad, de las fiestas en las que juntos, sudorosos, celebramos la delicia de ser… de ser humanos. Saudade de la piel futura, de los fluidos que se entremezclan, de la utopía perfecta del diálogo y el aprendizaje, de la música que nos salva y levanta, de estar libres de miedo. El aquí y ahora está bien, tengo la ventura de vivirlo sin sobresalto. Escucho los pájaros, el viento mece las hojas, pero estoy incompleto, mutilado: solo soy plenamente yo cuando me miro temeroso, ansioso, alborozado en el espejo, en el abrazo del otro.