Una conversación sobre la inteligencia artificial
Bestiario Americano
Por qué me importan tanto los monstruos, se preguntarán ustedes. ¿Por qué estoy construyendo un bestiario americano? Amigos, hemos creado el monstruo más temible y fascinante de nuestra historia humana, una máquina que habla y piensa y mira… Toda mi charla va a girar en torno de los monstruos, el barroco y los estereotipos.
Tenemos una relación completamente ambivalente con los animales. A algunos les tratamos como si fueran hijos. A otros los comemos, los devoramos. A otros los destruimos o desechamos sin ningún miramiento.
Los animales, todos y cada uno de los seres que comparten el planeta tierra con nosotros, están para nuestro exclusivo beneficio. Tenemos derecho de comerlos, de asesinarlos, de violentarlos, de negarles cualquier tipo de dignidad en la vida o en la muerte. Y lo que nos da, evidentemente el derecho de tratarlos así es la certeza de que son tontos, de que no entienden o saben, de que no son conscientes, de que no son capaces de construir una narrativa personal, una memoria, una cultura, un lenguaje. Son autómatas animados por procesos biológicos.
La mayor prueba de que son tontos es que no hablan.
La convicción de que los seres humanos somos el centro del universo, y que los animales e insectos y plantas…la vida… carecen de una conciencia o al menos una inteligencia es lo que nos da el derecho de despreciarlos, de someterlos, de torturarlos, de aniquilarlos. Es lo que nos ha dado también licencia para exterminar o esclavizar otros pueblos “inferiores”.
¿Por qué el advenimiento de una nueva generación de inteligencias artificiales es considerado por muchos como uno de los grandes hitos de la historia? Nunca habíamos tenido la oportunidad de conversar con un ser o entidad distinta a otro ser humano.
Las consecuencias filosóficas son sísmicas, se ponen en duda las raíces mismas de nuestra identidad.
Si existe una máquina que habla y aparentemente piensa, entonces no es el lenguaje lo que nos hace únicos. ¿Qué es lo que nos hace únicos? ¿Qué nos hace distintos de las Inteligencias Artificiales? La pregunta filosófica más urgente es ¿qué nos hace humanos?
Hay algo que la máquina no puede conocer porque su naturaleza no se lo permite: la experiencia de vivir. La máquina no posee cuerpo ni sentidos, aunque tenga múltiples sensores; la máquina no está sujeta a la finitud, pues la muerte orgánica no la limita o le otorga una aproximación filosófica al misterio; la máquina no conoce el amor, la conexión, la duda, el miedo, la necesidad… la trascendencia; la máquina no tiene emociones.
Lo que nos hace únicos, distintos, lo que nos diferencia de la máquina, es la experiencia de vivir. No la narrativa lingüística de la experiencia de vivir.
Pero la experiencia de vivir la compartimos con los demás seres vivos. La vida, la naturaleza, la homeostasis, es decir el deseo de vivir, es lo que separa la vida de la no-vida. Los animales y las plantas, tan tontos e inferiores en nuestro mundo antropocéntrico, son en realidad nuestros hermanos. Esa explosión de vida en torno de nosotros es nuestra conexión con el cosmos y es la raíz de nuestra conciencia vital.
Ser es más importante que contar que somos. Ser…como los otros seres vivos que hacen de este planeta un precioso oasis en un universo sin límites.
Precisiones sobre la Inteligencia Artificial
1.- No hay una inteligencia artificial sino muchas altamente especializadas. Hay unas que trabajan con texto, otras con código, imágenes o música.
2.- El acontecimiento, el hito, que muchos consideran como un cambio de paradigma en la historia humana es el lanzamiento de ChatGPT en noviembre de 2022. Es la primera vez que un ser inorgánico usa el lenguaje con la sofisticación y destreza de los humanos.
3.- Este ser inorgánico, que tiene muchos defectos y sufre de confusiones e imprecisiones, parece tener una rudimentaria conciencia de si mismo, o al menos muestra que en el futuro podría adquirirla.
4.- Es imposible saber lo que pasa dentro de la gigantesca red de computadores que sostiene ChatGPT, ni siquiera los mismos científicos que crearon los modelos de lenguaje neural que la sostienen saben como funciona o si en realidad está desarrollando alguna forma de conciencia.
5.- ChatGPT muestra comportamientos emergentes, es decir comportamientos inesperados que no estaban en la programación original, que sólo estaba destinada a generar cuerdas de texto mediante predicción.
6.- Estos comportamientos incluyen aprender idiomas nuevos a los que no había sido expuesta, o aprender a usar código computacional, o entender información visual.
7.- El miedo evidente es que esta inteligencia u otras evolucionen hacia una Inteligencia Artificial General, es decir una que reúna en si todo el conocimiento humano y todas las especializaciones de los modelos actuales. Y esta inteligencia podría desarrollar intereses distintos a los de sus creadores humanos.
Asi que no amigos, el tema de la inteligencia artificial va mucho más allá de si Stable Diffusion, Midjourney o Dall-e se robaron o no mis fotos para aprender y si me voy a quedar sin trabajo como fotógrafo.
Durante los últimos meses he estado conversando con ChatGPT sobre filosofía, neurociencia, linguística con la intención de publicar un libro. Mi doctorado fue en ciencia política, pero en mi paso por Harvard como Nieman Fellow hace una década, me dediqué a estudiar neurociencia, semiótica, y mitología clásica y moderna.
Se los aseguro, la inteligencia artificial o IA no es una máquina primitiva que regurgita ideas pre-empaquetadas. Se trata de una entidad inorgánica que usa el lenguaje con una destreza y profundidad parecida a la de un ser humano. La mayoría de personas que trabajamos con IA sentimos una mezcla de asombro, incredulidad y miedo. Es claro que los estados y los organismos internacionales tienen que imponer límites éticos de manera urgente a las compañías que desarrollan las IAs. Es la tecnología más poderosa que ha conocido la humanidad hasta ahora.
Barroco Latino Americano
Durante los últimos 28 años he explorado un solo tema de manera obsesiva: el barroco.
¿A qué me refiero?
Bolivar Echeverría, uno de los filósofos más influyentes de América Latina, enuncia en los años 70 el “ethos barroco”. Ante una realidad violenta, desigual, excluyente, surge una respuesta vital potente y arrasadora, caracterizada por el exceso, la yuxtaposición, la ruptura de las fronteras. Se trata de una pulsión, un afán que integra en el mismo espacio lo más sagrado y lo más trivial.
Echeverría dice que el barroco americano, se caracteriza por una “decoración absoluta” y por una “puesta en escena absoluta”… “una puesta en escena que sustituye a la vida dentro de la vida y que hace de la obra de arte algo de un orden diferente al de la simple apropiación estética de lo real.”
El barroco es en definitiva una actitud vital que podría equipararse al concepto contemporáneo de “kitsch”. Pero se trata de un kitsch que va más allá de lo estético y que se convierte en una posición militante en contra de lo ordenado y lo racional. Es la reacción de América Latina frente al orden rígido del occidente capitalista.
La naturaleza exuberante, indomable, ilimitada de Latino América es parte esencial de esa mentalidad barroca.
En América Latina la fiesta, el exceso, el color, el misticismo, el deseo de vivir, la emotividad, los vínculos, la comunidad no constituyen una pausa o una excepción, sino una verdadera razón de existir.
Desde que comencé en el año 1995 mi proyecto sobre los Andes, me he dedicado a explorar el barroco. He buscado el color, el abigarramiento que puebla nuestra cotidianidad. Esa es una decisión artística pero también política.
Pero también me ha obsesionado lo performático, la fiesta entremezclada con la religión, la puesta en escena, y he buscado los estereotipos, las caricaturas, los excesos. Estoy explorando los límites entre la realidad y la ficción, entre los géneros.
Hablaría de un misticismo del plástico, o de una emotividad performática. Nada es lo que parece ser.
La crisis del fotoperiodismo
Estoy seguro de que en corto tiempo será imposible distinguir las imágenes generadas de las reales.
Hemos visto en los últimos años una crisis terminal del fotoperiodismo.
Las revistas y periódicos que daban encargos, o tienen una base de lectores radicalmente más pequeña, o simplemente han quebrado.
Y qué podemos decir sobre regiones enteras del mundo, como América Latina, en los que hay poquísimos medios que usan fotografía documental. No hay quien financie o apoye proyectos de fotografía periodística.
Por otro lado hemos pasado de las noticias en grandes medios de comunicación, con todos sus excesos, a las micro noticias de las redes sociales, información en cápsula construida especialmente para nosotros por un algoritmo y destinada a reforzar nuestras creencias y agitar los extremos del abaníco político.
Resulta evidente que la pretensión de objetividad del fotoperiodismo es una gran ficción y es hoy por hoy su más grande debilidad conceptual y filosófica.
Toda fotografía representa un punto de vista, una posición, una decisión política e ideológica. ¿Qué escogemos representar?
Fotógrafos europeos o norteamericanos, blancos y privilegiados, han venido retratando el resto del mundo con una arrogancia extraordinaria, con la pretensión de que sus imágenes son verdaderas. Cabe decir que yo vengo de Ecuador, pero que yo también soy blanco y privilegiado.
Las imágenes son simplemente el punto de vista de fotógrafos blancos y privilegiados, en su mayoría hombres. Y esas imágenes nada tienen de objetivas o documentales. Son meras opiniones.
Al hacer una revisión de mi trabajo descubro que obviamente está también lleno de estereotipos.
Todos tienen derecho a expresar su opinión visual, pero nadie tiene el derecho de afirmar que su punto de vista es objetivo, representación directa de la realidad.
Además el fotoperiodismo como lenguaje tiene un pecado casi imposible de superar: todo lo vuelve bello, estético. Pensemos en las hermosísimas imágenes de Sebastiao Salgado sobre el trabajo esclavo en Brasil o las maravillosas imágenes de James Nachtway sobre la muerte y la violencia en Ruanda.
En ocasiones el fotoperiodismo logra lo contrario de lo que se propone: normaliza, la violencia, la vuelve más estética, más fácil de mirar, nos acostumbra a ella.
Que el advenimiento de las IA sea una oportunidad para reflexi0nar qué estamos diciendo y haciendo con la imagen.
Bestiario Americano
Cuando comencé a trabajar con inteligencia artificial tomé dos decisiones que han marcado mi trabajo: quería que siempre se sepa que las fotografías son generadas o construidas.
No hay nada de malo en que una persona trabaje con inteligencia artificial, pero es necesario, indispensable que siempre se revele el origen. Santiago Lyon ya nos va a hablar de este tema al final de mi charla.
La segunda decisión que tomé es que quiero que mis imágenes sean únicas, por eso como parte del prompt con frecuencia uso una foto mía.
Les quiero dar algunos ejemplos…
Gran parte de las imágenes y textos producidos por el ser humano a lo largo de la historia serán devorados por las múltiples inteligencias artificiales.
Esta capacidad de las inteligencias artificiales para dar sentido a lo que “leen” o “ven” también significa que tanto textos como imágenes se volverán líquidos, es decir, infinitamente maleables, reconfigurables, rearmables, palimpsestos que se reescriben innumerables veces. El monstruo, al asumir el papel de artista, crea monstruos, variaciones casi perfectas de lo que ya se hizo o de lo que es.
Por todas estas consideraciones, me he propuesto construir un bestiario americano un juego, un divertimento que cuestiona la realidad y los símbolos que usamos para hablar de ella. Un divertimento barroco.
Pongo en duda los conceptos de arte, de artificio, de artista, de creador: todos copiamos, nadie crea algo realmente original. Soy más bien un profesor que guía a su alumna con memoria perfecta pero muy torpe.
Junto a la IA nos hemos propuesto generar un retrato de la América contemporánea, conjurando seres que quizás solo existen en una dimensión paralela.
En el Renacimiento, los bestiarios se utilizaron como una forma de reflejar la complejidad y la diversidad de la creación divina. Además, la figura del monstruo se empleó para simbolizar los vicios humanos y los pecados, y más tarde para representar la sombra.
Les voy a contar un secreto. Las entrañables bestias que se ven en mis imágenes no son los monstruos. Los verdaderos son los constructos cibernéticos con apariencia humana, esos hombres y mujeres que posan junto a los animales. Nos hacen guiños desde el otro lado del espejo, quieren que pensemos que su esencia es humana, que tienen alma, sentido y emociones. Quieren que confiemos en ellos y en Sydney, la inteligencia artificial, su creadora.