La cultura es todo lo que hacemos
- ¿Cuál es el concepto personal que tiene Pablo Corral sobre la cultura?
La cultura es todo lo que hacemos y especialmente cómo lo hacemos. Es lo que comemos –los ingredientes y su orígenes– pero es en particular la manera en que combinamos esos ingredientes y nos reunimos en torno a la mesa a conversar entre amigos. Es la manera en que hablamos y la manera en que expresamos nuestros afectos o preferencias. ¿Hay algo más quiteño que lo que yo suelo llamar el “ito” de Quito… “señora, no sea malita, deme un cafecito”? La suavidad, la dulzura del diminutivo es parte integrante de nuestra cultura. Y por supuesto cultura es la música que escuchamos, la manera en que bailamos y celebramos. No hay un aspecto del comportamiento humano que no sea parte de ese enorme iceberg que es la cultura. Sólo vemos lo más aparente, pero debajo de la línea de flotación se encuentran todos los aspectos de la vida.
- ¿Para que sirve la cultura?
La cultura no sirve absolutamente para nada pero sin ella no podemos vivir. Es como el agua o el oxígeno. Es la fuente primera de nuestra identidad, nos da el sentido de pertenencia, nos permite saber de dónde venimos y qué es importante, nos da las coordenadas para navegar el dolor, la pérdida y también el amor y el desamor. Seguramente si estamos en un país muy diferente al nuestro y ocurre una tragedia en nuestras vidas, no vamos a comprender la manera en que en ese país se expresa la solidaridad. Nos va a quedar una sensación de vacío. Recuerdo una vez que visitaba Alabama con mis papás, y nos enteramos que la persona que nos guiaba había perdido a su marido el día anterior. No podíamos entender cómo estaba allí trabajando. Años más tarde entendí que en algunos lugares de Estados Unidos puede pasar una semana o más entre la muerte, que es manejada por profesionales que se llevan rápidamente el cuerpo, y la ceremonia en la que se recuerda al difunto. Los seres humanos tenemos diversas maneras de expresar nuestros avatares y alegrías.
La cultura no sirve en el sentido de que es mucho más valiosa, mucho más importante que el valor económico que podamos extraer de ella. ¿De qué sirve la poesía? De nada, pero sin ella seríamos infinitamente más pobres.
- ¿Usted cree que al pueblo quiteño le interesa la cultura?
Es un error pensar que de alguna manera estamos impartiendo cultura a los otros. En el servicio público lo que podemos hacer es amplificar la voz de una diversidad de manifestaciones culturales, ojalá lo más amplia posible. Pero no somos los llamados a impartir cultura, ese es un concepto retrógrado.
Las personas tienen el derecho de conocer además de su propia cultura, la de otros pueblos. Aquel es un derecho cultural fundamental. La cultura se enriquece en el intercambio con otras naciones y con otros grupos sociales. Creo que tenemos que desprendernos del prejuicio de que sólo unas cosas son cultura y otras no lo son. Me ha costado aceptar, por ejemplo, que hay cien mil personas que están felices de bailar con un reguetonero internacional, y que a veces no se puede conseguir mil para un evento de música clásica. Pero no puedo menospreciar a aquellos que bailan reguetón sólo porque a mi me gusta más la música clásica. La cultura es un recipiente tan amplio que todos caben.
No hay respuestas sencillas en la gestión cultural pública. Lo que si tengo claro es que una cosa es organizar los grandes eventos de la ciudad –Fiestas de Quito, Fiesta de la Luz, etc– lo que debería estar a cargo de una dirección de eventos y de fiestas. Y otra muy diferente la política de fomento y la gestión de los teatros, museos y centros culturales. La política cultural y los eventos ciudad son dos mundos diferentes.
- ¿La cultura es solo para las elites?
Esa es una visión totalmente errada de cultura. Es pretender que existe una cultura mejor que otra. Cuando yo voy a una parroquia rural de Quito, a Guayllabamba por ejemplo, y como un locro con aguacate fresco en una casa de una familia, estoy siendo testigo de una tradición gastronómica antigua y rica. Lo mismo ocurre cuando escucho a una banda de pueblo o veo a un grupo de parcour practicando en un parque. Insisto, la cultura es todo lo que somos, todo lo que hacemos. Yo creo que si en algo puede aportar la institución pública es a construir un orgullo colectivo por lo que somos, por la riqueza y calidad de nuestras manifestaciones culturales. ¿Quién no se enorgullece de ser ecuatoriano cuando escucha las grabaciones del Potolo Valencia, de Carlota Jaramillo o del mismo Julio Jaramillo? ¿Y ahora, cuando conoce el éxito internacional de Nicola Cruz o a Guardarraya? La respuesta es evidente, no se enorgullece quien no conoce que esa música es elemento constitutivo de nuestro paisaje musical. Nuestro trabajo como gestores culturales públicos, como programadores de espacios municipales, tal vez es exponer al público a diferentes manifestaciones artísticas con el propósito de construir orgullo, pertenencia.
- ¿Qué se puede hacer o qué se esta haciendo para que las personas se interesen más por la cultura?
Hay una idea errada de que en Quito no hay suficiente actividad cultural. Basta visitar nuestro sitio quitocultura.com para darse cuenta de que Quito tiene una vida cultural riquísima, y sin duda los espacios municipales son epicentros de la cultura a nivel nacional. Pero más que generar más eventos desde lo público, nuestra misión ha sido generar procesos, diálogos, alianzas.
Por citar un ejemplo, por razones de política pública hemos decidido hacer un Verano de las Artes únicamente con artistas nacionales. Los empresarios se han quejado durante años que hacemos conciertos gratuitos y les afectamos su negocio y los artistas nacionales han expresado su malestar ante las sumas que se han gastado en el pasado en artistas internacionales. Nuestra política ha sido establecer alianzas con los gremios, negociar. Nuestro proyecto Quito Tiene Teatro es uno de los procesos de colaboración público-privado mas exitosos del país, todas las funciones están llenas porque construimos una programación conjunta que cuenta con el apoyo total de los artistas. No es una imposición desde lo público sino una colaboración en servicio de la gente.
- ¿Cómo ve usted el mundo cultural de Quito?
Quito es mucho más grande, diverso e interesante que lo que imaginamos. Yo me movía en un círculo cultural muy pequeño, la Secretaría de Cultura me ha permitido asomarme de alguna manera a esa diversidad que somos. Lo que más afecta a la cultura en Quito son las luchas intestinas… los artistas modernos desprecian a los contemporáneos y viceversa, hay varios grupos de rockeros que se detestan. Como el pastel es pequeño cuando llega un grupo al poder lo ejerce en contra de sus rivales. La cultura es el espacio del diálogo y tiene que ser el espacio que acoge a todos.
LIBROS
- ¿Qué le motivo hacer su primer libro?
Escribía poesía y tomaba fotos desde los 12 años de edad. Parecía natural combinar esas dos tendencias en un libro.
- ¿Qué satisfacciones le dejo?
Yo amo los libros. Digo con frecuencia que mis dos profesiones son el fotoperiodismo y la edición de libros. La satisfacción que me dejó ese primer libro fue la de entender que de un modo u otro eso es lo que haría el resto de mi vida.
- ¿Lo edito usted de manera independiente o tuvo el apoyo de alguna editorial?
Fue una publicación de la Universidad San Francisco de Quito. Yo tendrían unos 19 años de edad y la Universidad daba sus primeros pasos. Se gastaron unos fondos importantes en ese libro porque Santiago Gangotena estaba convencido de que un libro era fundamental para la imagen de la universidad.
- ¿Qué tan difícil puede ser editar un libro en Ecuador?
El negocio editorial se ha transformado en los últimos años. Antes era impensable que alguien publique sus propios libros, o en todo caso era muy mal visto. Se hablaba de las imprentas para los vanidosos (vanity press). Una editorial seria sigue dándonos los parámetros de calidad, los canales de distribución, el alcance. Un gran autor casi siempre está respaldado por una editorial. Pero ya no hay ninguna justificación para no hacer el libro que uno sueña. Por ejemplo, mi último libro lo hice mediante micromecenazgo. Miles de personas lo compraron antes de que vaya a imprenta. Este es el momento para desprendernos de las fórmulas tradicionales. Lo que yo sugiero a las personas que quieren publicar sus propios libros es que sigan todos los pasos del proceso editorial: una corrección impecable de textos, un diseño profesional, un trabajo profesional de preprensa. Aunque imprimamos 100 libros en una prensa digital, estos libros deben ser profesionales.
- ¿Cuántos de sus libros están disponibles en internet y cual fue el motivo para ponerlos en la red?
Yo no he puesto mis libros en internet pero si he colocado prácticamente todo su contenido en mi sitio web pablocorralvega.com. Un pdf subido al internet no es muy práctico ni genera una experiencia similar a la de leer un libro. No se puede traducir del papel a la pantalla directamente.
- ¿Usted prefiere el libro impreso o el digital?
Yo amo el papel y el olor de la tinta. Trabajé en Impenta Mariscal unos años y allí me enamoré del trabajo de imprenta. Puedo pasar horas en las librerías y bibliotecas. Cuando estudiaba mi Fellowship en Harvard usaba libros digitales con tinta electrónica, tipo Kindle, porque eran extremadamente útiles para extraer citas, pero nada reemplaza el placer de sostener un libro en las manos. En los países desarrollados ha aumentado el uso de papel.
Yo estoy empeñado en poner a disposición del público, a través de libros digitales, la enorme riqueza bibliográfica que existe sobre Quito. El mayor problema en el Ecuador es que libros maravillosos se agotan y nunca vuelven a ser publicados. Ante la carencia de libros en papel soy un defensor acérrimo del libro digital.
- ¿Cuantos y cuales son los libros que ha editado de su trabajo fotográfico?
Son nueve, pero podría contabilizar varios más. Tierra Desnuda, Paisajes del Silencio, De la Magia al Espanto, Ecuador, Andes, Tango, Cuba, Descubrir Cataluña, Jardines Silvestres del Ecuador. Y docenas de libros en los que he actuado como editor.
- ¿En sus planes hay algún nuevo libro por publicar?
Siempre hay un libro nuevo por publicar. Sueño en los formatos, en los diseños, en el contenido. Apenas concluya mi trabajo como servido público volveré a trabajar en mis proyectos.
Hemos retomado el proyecto editorial del Municipio, este año por los 40 años de la declaratoria de Quito Patrimonio de la Humanidad, publicaremos una serie de libros atrevidos e innovadores, libros pequeños y de pasta suave. Ya pasaron los carísimos coffe table books. Necesitamos libros frescos, modernos, atrevidos, con temas inusuales. Necesitamos libros que circulen, que no se queden atrapados en la bodega de una institución pública.