El Vértice Exacto
Palabras poderosas: mamá, mama. Sólo las diferencia el acento. En la primera el acento está en en el otro, en la segunda el acento está en la propia feminidad. La madre recibe al hijo en su seno, es decir en su mismo centro. El diccionario dice que seno es el pecho de la mujer y es lo que recibe a alguien, dándole amparo, protección, consuelo. No existe nada tan íntimo, tan entrañable como decir «te llevo en mi pecho».
Mama, seno, pecho son palabras que movilizan, que comprometen. Mama es la primera palabra que pronunciamos. Se vuelve mamá, con énfasis, cuando logramos reconocer a aquella que nos alimenta con el líquido de vida.
La mama es el símbolo máximo de la conexión, es el órgano diseñado para concretar el vinculo, para darle carne y sustancia al amor. La mama es el vértice exacto en el que se encuentra la mujer-madre y la mujer-sexualidad.
El sexo es dialogo, es el reconocimiento del otro en el intercambio gozoso de la piel. La mama se reduce a teta cuando se convierte en objeto, cuando se olvida que vivir es igual a conectarse. ¿Hay algo más hermoso en la mujer? Cuando la mujer se excita la aréola se congestiona, el pezón se vuelve más sensible. Excitarse es dar la bienvenida, es confiar. Regresamos a la oralidad cuando besamos la mama, cuando la tocamos, cuando nos quemamos en su dulzura. La mama es preciosa y poderosa: sustancia del erotismo; órgano para el diálogo primordial; símbolo de mujer, de tierra, de vida.