La muchacha coqueta de Toledo
¿Por qué me tapo la cara con mi mano derecha? No porque crea que tomándome una foto me vas a robar el alma. Eso creerán los tontos y yo no soy una tonta. Me la tapo porque no me gusta que un forastero se ponga a tomarme fotos, sin pedirme antes permiso. ¿No te han enseñado, allá de donde vienes, que existe la educación, el respeto, la delicadeza, en el trato entre las gentes? En mi pueblo, eso existe, y todos, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, nos respetamos, y nadie se propasa con nadie sin ser criticado y reprendido por la comunidad. Deberían aprender eso ustedes, de nosotros: a ser respetuosos y atentos con los demás.
Y, por otra parte, me tapo la cara porque tengo novio y no sé si a él le gustaría que un joven desconocido como tú venga así, de buenas a primeras, a sacarme una foto. ¿Qué vas a hacer con ella? ¿Llevarla en tu cartera y mostrársela a tus amigotes, allá de donde vienes? ¿Qué les dirás? ¿Que fui una de las conquistas que hiciste durante tu viaje por al altiplano? ¿Que me enamoraste y que me quedé llorando por ti cuanto partiste? Já, já, eso quisieras tú. Pero, te equivocas. Yo no me enamoro así nomás, del primer forastero que pisa mi pueblo. Además, ya te lo dije, tengo novio. Así que, aunque me gustaras, no me enamoraría de ti. Pero, además, no me gustas. Y con esa cámara en las manos hasta me das un poco de risa. Parece que no estuvieras trabajando, sino jugando. ¿O a eso llamas trabajar tú, a tomar fotitos de la gente, sin pedirles permiso? Bueno, no te lo tomes a mal, sólo estoy bromeando.
Ahora tengo que irme. Me está esperando mi novio, que es muy celoso. Aunque, él confía en mí, sabe que nunca le daría motivos para los celos. Nos vamos a casar en la fiesta del pueblo, a fin de año. Ese día viene el cura, hay procesión, misa, y, en la noche, fuegos artificiales y baile, con conjuntos musicales. Si vienes por esas fechas, cuando las fiestas, te divertirás. El pueblo se pone muy bonito, con adornos de papel de color en las calles, con las comunidades que vienen de toda la región, con sus orquestas y sus cantos y bailes, todos muy diferentes de los otros. Y también con su chicha, que es distinta en cada comunidad. Si vienes en esas fiestas, hasta quizás bailaría contigo, para que vieras qué bien bailo. Le pediría permiso a mi novio antes, por supuesto. Aunque se me ocurre que tú ni siquiera bailas bonito, Já já.
Bueno, ahora sí me voy. Adiós, adiosito.