Aracataca es un universo
Aracataca no es una ciudad perdida, ahogada en el calor y olvidada por Dios y los hombres, entre los desiertos, el mar y las montañas de Colombia. Aracataca es un universo, detrás de las frágiles casas de tablas y láminas…
Aracataca no es una ciudad perdida, ahogada en el calor y olvidada por Dios y los hombres, entre los desiertos, el mar y las montañas de Colombia. Aracataca es un universo, detrás de las frágiles casas de tablas y láminas…
Un dicho estúpido y racista, “No hay gallinazo en puna”, se inventó para decir que los negros no podemos vivir en las alturas de los Andes, pues no resistimos la dureza del clima y lo ruda que es aquí la lucha por la vida.
Allí abajo, a la derecha, en esas casitas blancas que parecen copos de nieve al pie de la montaña, vivimos nosotros, las mujeres y los hombres del pueblo de Chaltén. No se nos ve, por supuesto. Nosotros somos insignificantes, invisibles, comparados a esas cordilleras de nieves eternas…
El Carnaval es una fiesta pagana y cristiana, religiosa y laica, provinciana y universal. Y el Carnaval de Oruro, en Bolivia, es el mejor del mundo. Porque, durante los carnavales, uno no sólo se divierte, bailando, jugando, cantando, disfrazándose, bebiendo y comiendo;
Aunque el señor es dibujante y pintor, si alguien le preguntara cuál es su verdadera vocación, sin duda alguna respondería de inmediato, sin vacilar: “Hacer feliz a la gente”. En efecto, nada alegra tanto a ese corazón suyo que late ya por más de setenta primaveras…
¿Por qué me tapo la cara con mi mano derecha? No porque crea que tomándome una foto me vas a robar el alma. Eso creerán los tontos y yo no soy una tonta. Me la tapo porque no me gusta que un forastero se ponga a tomarme fotos, sin pedirme antes permiso.
En los Andes, el ser humano tiene vocación de cóndor: subir, trepar las escaleras del aire, volar por encima de las nubes, divisar la tierra allá abajo, a los pies. Que lo digan, si no, esas ciudades que como Quito, La Paz y Cusco son tan altas que, más que aglomeraciones humanas, parecen nidos de esas grandes y orgullosas aves…
El libro ‘Andes’, publicado en el año 2001 por National Geographic, incluye un prólogo y veinte ficciones de Mario Vargas Llosa, y fotografías y textos de Pablo Corral Vega.
Sacar esos bíceps y pectorales me costó sangre, sudor y lágrimas. Es decir, horas de horas en el gimnasio haciendo ejercicios, unas dietas estrictas, y quitarme el cigarrillo y el trago. Para tener un cuerpo así, de concurso de esculturismo, hay que tener una voluntad de hierro y una gran disciplina. Yo, afortunadamente, tengo ambas cosas.
No hubo la menor intención sacrílega en la dueña de este barcito prostibulario de un barrio mal afamado de Medellín. Esta ciudad es conocida en el mundo por los carteles de la droga que allí operan, y por la violencia que a menudo llena sus calles de sangre. Pero Medellín es, también, una bella ciudad esparcida en un valle ubérrimo…
Pero yo no cambiaría por ningún otro lugar del mundo, este rinconcito de agua, piedras, juncos y árboles donde vengo a bañarme desde que tengo uso de razón. Ya entonces todo el mundo decía que era una niña bellísima.
Lo peor no es un terremoto, sino lo que viene antes y lo que viene después. Lo que viene antes, minutos o segundos antes de que arranque a temblar, es el ruido, un mugido sordo, profundo, que sube del fondo de la tierra y paraliza a las gentes de terror.
Yo soy soldado y estoy orgulloso de serlo. Si hace diez años me hubieran dicho que un día andaría rapado y de uniforme, hubiera soltado la carcajada. ¡Yo, soldado! A mí, lo que me gustaba era la jarana, el trago, el baile y, sobre todo, las muchachas.
Estuve todo el día en la Universidad, siguiendo mis clases de Derecho, y luego en la biblioteca, estudiando y preparando los exámenes. Ahora voy a mi casa a darme una ducha de agua fría y a cambiarme, para ir a trabajar.
Ser una rezadora profesional no es fácil. Exige pureza de sentimientos, honda piedad, un amplio conocimiento del ritual católico asociado a la muerte, y una excelente memoria para recordar todas las oraciones que se rezan por los difuntos.
Como nacemos para morir, la muerte dura mucho más que la vida, y el cementerio, donde vamos a reposar durante toda la eternidad, es nuestro verdadero hogar. Nuestra vivienda, nuestro barrio, nuestra aldea, son lugares de paso nomás…
Ha muerto un danzante, un célebre bailarín que, por muchos años, alegró y dio color a las fiestas del pueblo, con sus pasos ágiles y evoluciones misteriosas y el chis chas de las tijeras que hacía chocar –sacándoles chispas- sobre su cabeza.
Esto no es un cuadro abstracto de un gran pintor moderno enloquecido por la geometría y las simetrías y ansioso de capturar en su tela la luz azulosa y cárdena con que se despide el sol, cada tarde, tras las montañas del Cusco.
Mi nombre ya no sé cuál es, se me ha olvidado con los años. Porque, ahí donde ustedes me ven, soy una mujer viejísima. Tampoco recuerdo qué edad tengo, pero eso ¿a quién le importa? Lo que importa es que aquí, en Paucartambo, nací
Cuando termina la faena estamos cubiertos de pies a cabeza de polvo, y, en el lento camino hasta la superficie, nos reímos a veces y nos burlamos de nuestras caras irreconocibles. El trabajo de minero es durísimo, cosa de machos, ya lo dije.
Patrullar la invisible frontera que separa Bolivia de Chile, en estas soledades heladas, es una obligación muy aburrida. Prácticamente no hay nada que hacer, sino encogerse dentro del uniforme caqui, meter las manos en los bolsillos…
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